Enfrentemos este nuevo año con esperanza y creatividad para buscar nuevas e innovadoras respuestas

Hemos dejado atrás el año 2021, un año desafiante para todo el mundo pues la Pandemia del COVID-19 mantuvo su presencia con nuevas variantes que hacen urgente la búsqueda de una solución global, en la que no se deje a nadie atrás, especialmente con la vacunación en países más pobres. Chile además estuvo marcado por las elecciones presidenciales, de parlamentarios y de alcaldes, con lo cual se cierra un ciclo político y comienza uno nuevo. 

Para la Vicaría, el año 2021 fue un año de cierre de etapas. Durante el primer año de la pandemia realizamos un proceso de discernimiento para definir, en conjunto, cómo y dónde la Vicaría podía hacer un mayor aporte a la construcción de una sociedad justa y solidaria, asumiendo que la emergencia sanitaria produjo cambios en nuestra sociedad que han hecho aparecer nuevas realidades de vulneración o ha profundizado algunas situaciones de exclusión. Fruto de ese proceso decidimos liberar capacidades institucionales para focalizar nuestro servicio en aquellos espacios en donde el Estado y las políticas públicas no están llegado. Esto significa que por ahora dejamos atrás el rol de ejecutores de políticas públicas para dedicarnos a implementar programas y proyectos propios, que den respuestas a personas y grupos más vulnerables. 

Así, en el primer trimestre de 2021, hicimos el cierre de la Casa de Acogida Santa Ana y, en el último trimestre,  el cierre de dos coberturas del programa Abriendo Caminos y de la Casa de Acogida Rebeca Ergas. Agradezco a los equipos y jefas de estos programas por haber realizado cierres impecables tanto administrativa como técnicamente. Es un orgullo para la institución haber realizado estos procesos de manera tan profesional, cuidada y poniendo el centro a los y las interlocutores.

En este año 2022 tenemos el desafío de implementar nuevos proyectos que cumplan con el objetivo trazado en nuestro proceso de discernimiento. Ya hemos identificado, por ejemplo, que la situación de las personas migrantes y refugiadas es precisamente un espacio en donde el Estado y las políticas públicas no están respondiendo, dejando a miles de personas sin posibilidad de acceder a derechos básicos. El proceso de discernimiento que ha llevado a cabo la Iglesia Latinoamericana será un insumo muy valioso para las nuevas acciones que adoptemos, así como las orientaciones pastorales de nuestro Arzobispo. Les invito a que enfrentemos este nuevo año con esperanza y creatividad para buscar nuevas e innovadoras respuestas a los problemas que afectan a nuestros interlocutores y que les impiden vivir con la dignidad que les es propia.